Por una parte está la camiseta de entrenamiento, liberada a partir de la temporada 2017-18 y con un valor estimado de unos 15 millones de euros, que sumados a los del nuevo espónsor y a los que va aportando Nike en modo creciente darían como resultado unos dividendos a día de hoy imbatibles hasta que el Real Madrid, cuyos contratos con Adidas y Fly Emirates han quedado desfasados, reaccione. El minuto de silencio por el trágico accidente del Chapecoense hizo reflexionar a los cien mil espectadores que minutos antes habían protagonizado un mosaico que combinó el himno cantado a capela del Barcelona, «Tot el camp», con una gran estelada y una pancarta en inglés que decía «Welcome to the Catalan Republic». Los madrileños que llegaron al Campo Nou a última hora abonaron hasta mil euros por una localidad. El Barcelona y Luis Enrique ponen el broche de oro a una temporada que pasará a la historia del conjunto azulgrana. La temporada 1955/1956 marca el inicio de una era que empezaba a escribirse en un folio tan blanco como su camiseta pero que en un lustro tendría en su poder las mismas ‘copas’ que su jugador más mítico.
Ninguno de los dos equipos se jugaba nada pero un clásico siempre es un clásico y por momentos pareció que la Liga aun estaba viva. Todo sea por ver al campeón de Europa y líder de la Liga. El bus del líder llegó cuando se repartían las esteladas por los alrededores del Camp Nou. Un hombre del barcelonismo, Vilarrubí, ha sido precisamente quien ha defendido siempre la legalidad de las esteladas y quien ha pedido que se permitan en el estadio azulgrana, tanto en España como en los encuentros de Champions. Pancartas de apoyo para Leo Messi, Luis Suárez o Jordi Alba y también algún guiño para los que ya no están, pues en las gradas del estadio podía verse a algún aficionado nostálgico con la camiseta de Andrés Iniesta. La expedición del Real Madrid vivió la hostilidad de los seguidores radicales azulgranas al llegar con su autobús al estadio barcelonista y ser recibido con gestos obscenos, «cuernos», insultos y algún lanzamiento de objeto que no generó más problema. El Real Madrid y su afición, no obstante, estaban en otra historia. El Barça está a las puertas del segundo triplete de su historia y el asturiano lo sabe: «Estoy donde quería estar, con la posibilidad de entrar en la historia».